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LÉCERA

Tierra de vino, de tradición y de familia jotera

"En Lécera es costumbre,

de beber el vino en bota,

de rezar a nuestra virgen

y de cantar bien la jota"

En tierras áridas y esteparias, de vinos y vecinos con carácter fuerte, nace el cantador Jesús Gracia. Un emblema de la jota aragonesa que llevó a Lécera siempre por bandera. Hoy su pueblo lo recuerda y sus jotas en sus calles resuenan.

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Enseñar pasión

Jesús Gracia, Beatriz Bernad y Fernando de la Natividad

Hablar de la jota en Lécera es hablar de Jesús Gracia. También de Fernando de la Natividad y de Beatriz Bernad, pero las raíces mandan. 

Hijo Predilecto de la Villa de Lécera e Hijo Adoptivo de Zaragoza, con un certamen propio bajo la denominación "Campeón de Campeones" y con homenajes anuales en su tierra natal, Jesús Gracia Tenas dejó su huella en calles leceranas plasmando su esencia en sus jotas. Considerado uno de los cantadores más destacados de la segunda mitad del siglo XX tras la muerte de José Oto, cosechó éxitos como el Premio Extraordinario del Certamen Oficial de Jota Aragonesa en 1948 y el Premio Extraordinario "Pascuala Perié" ( el"Campeón de Campeones" de la época) en 1950. Sin embargo, los títulos, susceptibles de ser obtenidos por los cantadores venideros, no hacen total mérito a la grandeza de su legado. Compartió su saber, gracias a una discografía de récord con más de 200 tonadas diferentes; compartió su amor por la jota, con su mujer Piedad Gil y su grupo "Ronda Aragonesa" llevando la jota incluso hasta el otro lado del charco y transmitió su pasión por este arte a sus alumnos de la villa que tiene por patrón a Santo Domingo de Guzmán. 

Beatriz Bernad, considerada la discípula del maestro lecerano, comenzó su andadura en la jota cantada de la mano de Pilar Sanz Baquero en Belchite y posteriormente de Jesús Burriel en Zaragoza. No fue hasta el año 1995 cuando Jesús Gracia se hizo cargo de su preparación en vista de las facultades que presentaba su vecina. A partir de entonces, amplió su recorrido, ya bastante nutrido, alzándose con el Primer Premio del Certamen Oficial de Jota en 2002. Consagrada como una de las cantadoras magistrales de la jota, transmite su pasión mediante su voz en la docencia en la que se encuentra volcada, a imagen y semejanza de Gracia.

Fernando de la Natividad, aunque natural de Zaragoza, también tiene raíces en Lécera. En su carrera como jotero, la cual apenas tuvo tiempo para soñar ya que rápidamente se hizo realidad, recogió el Primer Premio del Certamen Oficial de Jota Aragonesa en el año 2011. Momentos de euforia que se entrelazaban con recuerdos donde siempre tuvo presentes a sus maestros, entre ellos, a Jesús Gracia. En la actualidad, dirige la sección de canto de la asociación "Los joteros de Lécera", cuyas representaciones de su trabajo se muestran en la Plaza Mayor del pueblo, la misma que vio el estreno de Fernando a los 8 años en el día de Santo Domingo. Un círculo perfecto. 

Lécera recuerda a Jesús Gracia, su figura jotera más destacada, con el concurso que anualmente se celebra en su memoria y que, como no podía ser de otra forma, lleva su nombre. 

Asociación "Los Joteros de Lécera"

El origen de esta asociación, al igual que muchas otras aragonesas, hace gala de la esencia del folklore aragonés: la reunión con amigos y vecinos para disfrutar de un rato agradable y "echar unas jotas". Los primeros pasos de "Los joteros de Lécera" fueron pequeñas rondas nocturnas con motivo de las fiestas del pueblo, a las que se unió cada vez un número mayor de interesados formando lo que hoy en día reluce. Desde 2004, su labor se define como el apoyo, divulgación y fomento de las tradiciones aragonesas. Jesús Herce es el encargado del baile mientras que Fernando de la Natividad dirige la escuela de canto, además de coordinar el grupo en su totalidad. Para sus integrantes, poder mostrar su pasión por este arte en eventos destacados como misas baturras durante las fiestas del Olivar, rondas durante las de Santo Domingo o incluso pases en la residencia del pueblo, es la mejor forma de honrar a quienes lucharon por transmitir la pasión de este arte de generación en generación.

Naturaleza y patrimonio 

Lécera, pueblo de vinos y tierras áridas, se asienta en tierras llanas del Campo de Belchite, en la provincia de Zaragoza. Los pinos, enebros, romeros, sabinas, tomillos, aliagas y coscojas, fieles oyentes de la jota de la villa, se adaptan a las condiciones de sequedad y altas temperaturas en la temporada estival. 

Comenzar desde el centro del pueblo hacia las afueras hará que el clima de curiosidades que presenta el pueblo te embargue durante toda la visita. Desde su casco histórico, las casas solariegas de las familias infanzonas te saludarán a tu paso por la calle Mayor, Horno y San Isidoro, con escudos en sus fachadas para que no pasen desapercibidas ante tu mirada. La casa palacio de los Muniesa y la plaza Fernando el Católico son otros dos puntos destacados, contando la última con un antiguo horno que data del siglo XVIII. No podía faltar la Iglesia Mudéjar de Santa María Magdalena, construida en el siglo XVI, remodelada y ampliada en el XVIII cuando se levantó su torre barroca. Sí, esa que cuando la ves desde la carretera sabes que estás llegando a Lécera, tan simbólica para los vecinos de la villa, y con la declaración de Bien de Patrimonio Cultural Aragonés desde 2002.

Alejándonos del barullo de casas del pueblo, en las carreteras de Muniesa y de los Entredichos, encontraremos varias neveras, aunque su presencia no sorprende demasiado por esta zona -en Azuara, a 17 kilómetros del pueblo, hay otra-. Y como casi todos los municipios aragoneses, Lécera también cuenta con su propia ermita, la de Santo Domingo. Esta se levanta sobre las ruinas del poblado íbero romano de Lassira, de donde toma el nombre actual el municipio. También cuenta, a ocho kilómetros del casco urbano, con la ermita de la Rebollosa, punto clave en las festividades del mes de mayo en honor a Nuestra Señora del Olivar a la que se acude en romería. Si buscas algo más de naturaleza no puede faltar la balsa Salada y la Fuente Peñispera, siendo esta última el refugio de aves rapaces en el territorio agreste del término municipal de Lécera.

Tierra de vinos

Tierra de vinos. Tierra de sabor y color. De orgullo por lo que brota de sus suelos. Lécera presume de su tradición vinícola amparada por las ásperas tierras en las que se enmarca y su clima de condiciones extremas que favorece su cultivo. Especialmente de la planta garnacha, que dota a sus bebidas de un sabor y color intenso. Así es Lécera. 

La Bodega Cooperativa Virgen del Olivar destaca por sus vinos Valssira, en especial los de 12 y 24 meses. Bodegas Tempore también lleva el sello de la villa, exportando su producto a países del mundo entero con el nombre de Lécera por bandera. El tempranillo 2015 de Ecolécera también puede sacar pecho, con un palmarés que lo avala.  

Bodegas Valssira, de la Cooperativa Virgen el Olivar, nació en 1955 fruto de la tradición vitivinícola que existía en el pueblo: "Una empresa cooperativa con la que nacía un proceso de transformación de vid en vino de manera tecnificada, un esfuerzo compartido y un producto final con origen en las vides cultivadas por los agricultores de este pueblo, recogidas en jornadas de vendimia que aunaban a familias completas y cuyos mostos se unían en trujales comunes para dar a luz un vino de todos: el vino Valssira." Sus vides se despliegan en más de 250 hectáreas de viñedo por todo el término municipal, siendo fuente de trabajo para el pueblo y perspectiva de futuro.

Por otro lado, bodegas Tempore se define como "una familia, cuatro generaciones y una nueva forma de entender el vino. Territorio, arraigo, sostenibilidad y la Garnacha como pilares fundamentales de nuestra bodega." Bajo la dirección de la familia Yago, se extienden 100 hectáreas de viñedos con una emblemática y destacable variedad: la garnacha.

Vinos que marcan el carácter fuerte y firme de los leceranos, marcado por su clima y región árida y esteparia, que no dejan indiferente ni un solo sorbo para acompañar deliciosas comidas. 

Las recomendaciones de Lucía

Visitar Lécera es visitar tierra de vino, de historia jotera y de patrimonio mudéjar. 

Para mí, viajar a Lécera implica también una visita a la comarca en la que se encuentra, sin duda, por la importancia cultural de la misma. Hablo de la Comarca Campo de Belchite, en la que, apenas 15 kilómetros antes de llegar a Lécera -desde Zaragoza-, encontramos el pueblo viejo que da nombre a este territorio. Una cicatriz que dejó la guerra civil española en el pueblo aragonés y cuyas ruinas siguen en pie para dejar constancia de la atroz batalla que allí se libró. La visita guiada -única forma posible de visitar las ruinas- tiene un coste de ocho euros (gratuito para menores de catorce años) y se puede realizar tanto durante el día como por la noche (en este caso asciende a doce euros). Sin duda, una parada obligatoria en tu viaje hacia Lécera.

Llegamos a nuestro municipio protagonista, la villa del cantador Jesús Gracia. Conocer las calles por las que paseó y las esquinas que escucharon su emblemática voz es un imprescindible al comenzar nuestro recorrido. Con dos casas palaciegas y varias de familias infanzonas, la calle Mayor, Horno y San Isidoro te guiarán en este viaje inmerso en la cultura lecerana. Llegar hasta la Plaza Mayor te hará conocer y admirar la torre mudéjar de la iglesia de Santa María Magdalena. Además, en el escenario que durante las festividades del pueblo se instala en esta plaza, debutaron grandes figuras del folklore como Fernando de la Natividad. Y por supuesto, no puede faltar escuchar una buena jota durante nuestra visita, pero esta vez de forma especial, ya que el bando anunciador en este municipio suena con jota. ¡Sí, sí! Con jotas de sus vecinos como Beatriz Bernad, Fernando de la Natividad o el mismísimo Jesús Gracia. 

Abandonando el casco histórico de la localidad, nos dirigimos a visitar la ermita de la Rebollosa para disfrutar de este entorno natural emblemático para sus vecinos, y la balsa Salada. ¡Qué bien sienta respirar aire fresco!

No podemos terminar nuestra visita a Lécera sin probar sus famosísimos vinos. Para ello, una visita a las bodegas Valssira te enseñará el proceso de elaboración de sus productos más preciados y característicos. Reservar estas visitas es posible desde su página web (Bodegas Valssira · Vinos de Garnacha)

Sin duda, un día completo a menos de una hora de Zaragoza y que seguro te dejará muy buen sabor de boca. 

Lagos de Coronas 7, 50011, Zaragoza

luciabespin@gmail.com

RRSS: @luciabespin 

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