top of page

TARAZONA

Tierra de jota, cuna de aire y corazón mudejar

“Según se baja del cielo

Tropiezas con el Moncayo

La ciudad de Tarazona

Y el patrón San Atilano”

Bien describe esta rondadera el privilegiado entorno natural en el que se encuentra Tarazona. Su fotografía enmarca un conjunto inigualable de naturaleza y arte, con su imponente catedral y el río Queiles atravesando la ciudad. Tarazona acoge, a la sombra del Moncayo, a más de diez mil habitantes. Sin embargo, la más longeva, como en muchos puntos de nuestra comunidad, es la jota. Tarazona es tierra de jota, cuna de aire y corazón mudéjar. Su melodía, así resuena.

Tierra de grandes joteros

La jota, canto de la tierra que late, empezó a sonar en Tarazona mucho tiempo atrás. Sus joteros, protectores de esta llama antigua, todavía hacen que con sus cantos y bailes vibre la ciudad entera. Dos turiasonenses son los que han llevado su nombre a lo más alto. Saturnino Domínguez Ruiz y Alfredo Val se alzaron, respectivamente, con el premio extraordinario del Certamen Oficial de Jota Aragonesa, el máximo galardón en este ámbito. El primero, da nombre actualmente al propio Certamen de Tarazona, que se celebra anualmente en el mes de noviembre. Un emblema de la ciudad lo acoge, el Teatro Bellas Artes, que se viste de gala para la ocasión y se convierte en el epicentro de la cultura durante tres fines de semana consecutivos. El segundo, Alfredo Val, dirige en la actualidad la sección de canto de la Escuela Municipal de Tarazona junto a Chus Ortega, encargada del baile. 

El espíritu de la jota en la ciudad del Queiles se refleja en el nombre de su asociación más antigua y conocida; la rondalla “Los Amigos”. En una tarde de domingo de 1976, Bautista Martínez, Valeriano Gil y Fortunato Chueca paseaban por la ribera recordando con nostalgia las anécdotas de formaciones musicales como la rondalla “Aires del Moncayo” y “Brisas de Aragón”. Sin embargo, su único propósito fue juntarse de vez en cuando a tocar y rememorar aquellos momentos que se fijaron en su memoria. Y así nació “Los Amigos”, que refleja que la jota es, principalmente, la excusa perfecta para reunirse con estos. Su escuela, dirigida por Alberto Remiro en el caso del canto, por Carlos Gil en el del baile y por Santiago Pellicer en el de música, cuenta con numerosos alumnos que avalan el prestigio de la misma.

El Moncayo, custodio de Tarazona

A los pies del Moncayo, majestuoso guardián, reposa la bella ciudad de Tarazona. Atravesada por el Queiles se encuentra esta joya rodeada de campos dorados, de viñedos y arados, creando una paleta de colores que danza con la luz del día. 

Las características climatológicas, topográficas y geológicas de este municipio le hacen presentar diferentes ecosistemas, ambientes y paisajes, cada uno de ellos con un brillo singular. Tan solo en veinte kilómetros, la tierra se eleva dos mil metros para acariciar el cielo, como rezan sus jotas. El Moncayo dibuja hayedos, encinares, robledales, pinares y abedulares con sus mejores colores; una variedad natural irrepetible en la provincia en la que se encuentra.

Visitar el Parque Natural del Moncayo se ha consagrado como imprescindible al pasar por Tarazona y sus alrededores, regalando a quien lo visita espléndidas vistas del Valle del Ebro y de las cumbres de esta montaña. Los guardianes de este parque natural vigilan los municipios cercanos desde las alturas: zorros, jabalíes, tejones, gavilanes, mirlos, petirrojos e incluso lagartos.

Este lugar, “donde las águilas duermen”, no ha pasado inadvertido por su belleza y riqueza y cuenta con la declaración de Sitio Natural de Interés Nacional. Sin embargo, el esplendor de este territorio no necesita declaraciones para atraer centenares de visitantes, quienes lo recorren gracias a las diferentes rutas senderistas disponibles. 

Para toda la familia, para deportistas especializados o para practicantes de BTT, la variedad de rutas acompaña a la paisajística de este parque. La AG2, desde Agramonte hasta la Fuente de la Teja, atraviesa abedulares para finalizar en un área recreativa bajo un hayedo, mientras que la S1 recorre otro de los hayedos más imponentes del parque, el de Peña Roya. Un poco más exigentes, encontramos el sendero AG1, tradicional de subida a la cumbre del Moncayo pasando por el circo de San Miguel y de una duración de cinco horas y media. El ascenso por la cara sur del Moncayo discurre por el sendero S4 de los barrancos de Talamantes, donde chopos, arces y arbustos acompañan el camino. 

Volver con la cesta llena de estas excursiones es algo más que típico pues este parque natural es uno de los destinos más frecuentados para la recolección de setas. Níscalos, rebollones o boletus son algunas de las variedades que nacen en este suelo y que se pueden recolectar siempre que no se sobrepase el límite de tres kilos por persona y día. 

La cesta, aunque pueda volver vacía de setas, volverá llena de fotografías de unas imponentes vistas y de aire puro del Moncayo, custodio de Tarazona

Platos dorados

La tierra de la vega del Queiles obsequia los platos típicos de sus casas con colores y sabores que crean una fiesta en el paladar con nombre propio. Aragón es tierra de verduras autóctonas como la borraja y el cardo y de lo que en sus suelos crece (rebollones, boletus, setas de cardo y un amplio abanico de hongos de las faldas del Moncayo).

Sin embargo, el plato turiasonense por excelencia es el “rancho”, un agregado compuesto por conejo, patata, verdura de temporada, carne de cerdo, de cordero y caracoles. La competencia, aunque complicada, se la hacen las migas castellanas por la proximidad del municipio a esta provincia colindante. Sin olvidar los días en los que el viento del Moncayo sopla con fuerza y barre la ciudad, cuando el plato más servido son las “pochas”(judías blancas tiernas aderezadas con tomate y pimiento) para templar el cuerpo.

Los lamineros no quedan fuera de esta lista, pues el “guirlache navideño” a base de almendras, azúcar y anisillos, y el pastel de chorizo por San Vicente hacen las delicias de los comensales. 

Si hay algo que dota a estos platos de un toque dorado, son los aceites cosecheros y los vinos de calidad con denominación de origen Campo de Borja, próximo a Tarazona.

La rica gastronomía de la ciudad va de la mano de la gran oferta de restauración que se ofrece, con numerosos locales dispuestos a servirte lo mejor de sus despensas.​

Arte en cada calleja

En Tarazona, el arte es un susurro que recorre sus calles, que se encuentra en cada piedra de sus suelos y es un lienzo en cada rincón. Sin duda, lo primero en mencionar debe ser su catedral, obra maestra de gótico y mudéjar que eleva sus agujas hasta el cielo y que quiere competir con el Moncayo. Sus arcos, delicadamente entrelazados, comulgan a la perfección la fe con la arquitectura. Declarada Monumento Histórico Artístico en 1931, la Catedral de Santa María de La Huerta es un atractivo para todos aquellos amantes del arte. 

La fotografía de la ciudad contiene además otro punto que reclama la atención de todos los visitantes. La Plaza de Toros Vieja de Tarazona posee la Declaración de “Bien de Interés Cultural”. La sombra de la Torre Mudéjar abraza esta plaza de planta octogonal con su silueta, y recuerda que más que un coso taurino, es la expresión de la elegancia y pasión de los propietarios particulares que la construyeron. 

El barrio de la judería, que resguarda los resquicios sefardíes es quizá uno de los puntos más característicos de Tarazona por sus casas colgadas, un conjunto de viviendas que se anexaron al adarve de la muralla medieval. 

En Tarazona, el arte no sólo está en museos y galerías sino que fluye como un río invisible por sus callejas, que vibran más si cabe cuando llega la recta final de agosto. En las calles adoquinadas de la ciudad, emerge un personaje legendario, el Cipotegato, enigmático y audaz, protagonista de una fiesta singular. A las 12 del mediodía del 27 de agosto, este se abre paso entre el gentío a través de un pasillo humano mientras los tomates manchan su ya colorido traje. Las fiestas mayores de Tarazona comienzan de una forma tan especial como lo es el municipio en su totalidad.

Las recomendaciones de Lucía

Disfrutar de un día en Tarazona está al alcance de todos. La ruta en coche tiene una duración de una hora aproximadamente. No obstante, si eres como yo y todavía se te resiste esta opción, la compañía Therpasa realiza rutas directas entre la capital aragonesa y Tarazona. La duración es de una hora y cuarto y el precio oscila entre los 8 y 10 euros por billete

Empezar la mañana dando un tranquilo paseo a orillas del Queiles te hará respirar aire puro del Moncayo y contemplar los puntos más destacados de la ciudad. (¡Consejo! Haz click en esta buena jota de fondo para disfrutar todavía más)

Para mí, una de las mejores opciones para continuar el día es tomar vermú en el bar “Casino”, con vistas a la catedral y sus sabrosas croquetas. 

Para “hacer gana”, pasear por el barrio de la Judería es la opción ideal y subir al mirador de San Prudencio nos regalará las mejores vistas de la ciudad. Sin cruzar el Queiles, el restaurante Ullate ofrece comida rica y elaborada a un precio justo. 

Los planes para la tarde no contemplan otra opción que la visita a la Plaza Vieja de Toros y a la Catedral de Santa María de La Huerta. El horario de esta última abarca desde las cuatro de la tarde hasta las seis, a excepción de los sábados que se extiende hasta las siete de la tarde. El precio general es de cuatro euros y medio, aunque con carnet de estudiante, mayores de 65 años, desempleados o discapacitados, se rebaja un euro. 

Por último, despedir la ciudad visitando el Teatro Bellas Artes, es para mi un imprescindible ya que transmite el arte de la ciudad y en él han actuado las grandes voces y bailadores a quienes Tarazona vio crecer. 

Lagos de Coronas 7, 50011, Zaragoza

luciabespin@gmail.com

RRSS: @luciabespin 

da2cb852-60f9-4b62-8c75-d35698862347.JPG

Sobre mí...

¿Quieres que visite tu pueblo? ¡Escríbeme!

¡Gracias por tu mensaje!

bottom of page